miércoles, 23 de abril de 2008

Amantea




Espero y busco, sin querer buscar o esperar. Hacía tiempo que no conseguía soportar a nadie más de dos minutos. Su compañía me hace un buen remedio, veremos. También tú me ayudas. Lentamente, muy lentamente me voy convenciendo de que estás. ¿Estás? He pasado más de una hora bajo la tempestad, es tan intensa que me ha obligado a regresar. Estoy completamente calado. Frente a la chimenea, mi cuerpo desnudo parece evaporarse. Tiemblo y retomo lo escrito sobre el oscuro peñón, sin hojas ni pluma, solo deseo. Deseo. Codicia de garabatearme en ti, de escribir y borronear con mis dedos sobre ti, sobre tu piel y tu boca. De acariciar la "b" alrededor de tus pechos, o dibujar una larguísima "i" a lo largo de tus brazos, Una "a" en cada axila, una "s" entre tus piernas, generosas, abiertas, impacientes... Dibujar con miel el contorno de tus labios y lamerlos tiernamente; lamer lento en la boca entreabierta, en los ojos entreabiertos, en todas las embocaduras entreabiertas de tu cuerpo... Y encontrar susurros en el vaho que exhala tu silencio, unir mi lengua a la seda de tu lengua, redoblar, rebuscar, jugar con ella en el instante eterno, ahogarme en la dulce sal de tu saliva, agonizar de placer en tu abundancia, morir con el sabor de tu mar en cada beso, todo o nada..., tus ojos cerrándose, tus ojos, desnudando mis pestañas, soñando conmigo sin olvido, olvidando en mí, sobre mí... en la entrega y en la huída. Nunca es casi todo y siempre no existe. Quedo de nuevo aislado, enloquecido en la soledad de tu desierto. Y no puedo detener el llanto, no puedo... Créeme. QUisiera morir, ¡pero soy tan cobarde!

2 comentarios:

horabaixa dijo...

Hola,
Lo he leido?
Diria que lo vi.
Me gusta

horabaixa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.